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Extracto del Dharma: la conciencia del Yo


Este es un extracto del libro: "Dharma, filosofía de la conducta" de Annie Besant que vivió finales del siglo XVIII y principios del XIX; así que el estilo literario es de esa época.


"Tomad por objetivo aquello que podáis imaginar de más sublime en el pensamiento y en el amor; pero al tomar este objetivo tened en cuenta los medios, lo mismo que el fin, vues­tras fuerzas y vuestras aspiraciones. Si éstas son elevadas, serán para vuestra próxima existencia los gérmenes de nuevas facultades. Man­teniendo siempre un ideal elevado, os aproxi­mas a él y lo que hoy deseáis con ardor, lo se­réis en lo porvenir.

Para el antiguo Egipto, la pa­labra fue Religión; para la Persia, la palabra fue Pureza; para la Caldea, la palabra fue Cien­cia; para la Grecia, fue Belleza; para Roma, Ley; para la India en fin, la mayor de todas, el Eterno da una palabra que resume todas las de­más -la palabra DHARMA.

Tomemos el salvaje, el cual nos permitirá pasar más rápidamente sobre estos primero períodos. En él encontramos el sentimiento del "yo" y del "no-yo" surgiendo lentamente y marchando a la par. 

El "no-yo" le toca y el "yo" lo siente;
el "no-yo" le es agradable y el "yo" lo sabe;
el "no-yo" le hace sufrir y el "yo" experimenta dolor. 


Entonces queda esta­blecida una distinción entre el sentimiento que se mira como el "yo" y todas las causas que se consideran como el "no-yo". Aquí nace la inte­ligencia, y la raíz de la propia conciencia comienza a desenvolverse. 
Dicho en otra forma, se crea un centro hacia el cual todo converge desde fuera y desde el cual todo diverge hacia el exterior. He dicho que las vibraciones se repetían.
Esta repetición produce ahora resultados más rápidos. Conduce a percibir los objetos agra­dables y por ello, permite alcanzar el grado siguiente: la esperanza del placer antes de que el contacto tenga lugar. Se reconoce en el objeto lo que ya ha dado placer y se espera la repeti­ción del mismo. 


Esta esperanza es el primer signo de la memoria y el comienzo de la ima­ginación. El intelecto y el deseo se entrelazan y la esperanza, conduce a una nueva cualidad mental a manifestarse en germen. 

Cuando exis­ten el reconocimiento del objeto y la esperanza del placer que debe acompañar la vuelta de este objeto, el progreso siguiente es formar y animar una imagen mental el objeto, su recuer­do; de aquí nace una oleada de deseo, del deseo de tener este objeto, una aspiración hacia él y finalmente, la búsqueda de tal objeto que pro­cura impresiones agradables.

De este modo mul­tiplica el hombre en sí los deseos activos. Él desea el placer e impulsado por el intelecto, se dedica a su búsqueda.


El grado de evolución de la con­ciencia puede establecerse por la relación exis­tente entre las influencias determinantes exte­riores y los móviles espontáneos. 

La conciencia inferior es impulsada a la acción por influen­cias exteriores a ella misma (por ejemplo hambre y búsqueda de alimento).

La conciencia su­perior es impulsada a la acción por móviles que provienen de adentro".


Así, Annie se refiere a que todo lo que hace una persona es para buscar su felicidad y su goce; puede ser algo no visible a primera vista. Quizás una persona busque siempre la crítica y es cuando la recibe que se siente bien. 
Parece incongruente, pero resulta que si a esa persona siempre la estaban criticando en casa porque era la forma en la que la demostraban que la querían y les importaba (refrán chungo: quien más te quiere te hará llorar); su modo de proceder será ese. Para la persona la critica estará relacionada con sentirse apreciada. 

Siempre existe la búsqueda de satisfacción, incluso para la que cuida a los leprosos de voluntariado (los enfermos la están haciéndose sentir útil). Es el reconocimiento de ello lo que debemos encontrar.

Cuando se pregunte:
- Para qué
- Por qué hace eso

Cuando se dé cuenta de cuales son tus factores de satisfacción, de donde le vienen, se verá frente a su parte maquiavélica y podrá romper las ataduras de comportamiento inconsciente que quiera, además de conocerse mejor para poder aceptarse en su totalidad.