Fue el día 21 de diciembre en el hemisferio norte.
A mi alrededor están pasando desencuentros con personas, cambios de planes, y también sorpresas inesperadas. Estas situaciones representan este momento de sintonía con la vida natural:
Caen las hojas que ya están marchitas y se van por sí solas.
Sale algún brote nuevo que todavía ni se ve, solo el nudo que el origen de lo que será.
Los árboles y plantas almacenan la energía para dentro, hacia las raíces.
Así te reunes con familia y recuerdas historias del pasado en las veladas añorantes y de rememoranza. Con canciones y abundancia de comida para llenar de alegría y optimismo los planes de lo que vendrá.
Con la comida que es el fruto del esfuerzo que has puesto en el año que se acaba; y con el que se llama a la abundancia del futuro.
Los árboles quedan nudosos y parecen limpios para empezar la renovación hacia primavera. Así revisas armarios y roperos para deshacerte de lo que no vale. Se limpian y purifican las casas para acoger a los que vendrán a celebrar las fiestas con nosotros.
Quedas con los que son importantes, con los que aprecias: la familia y la familia elegida: tus amigos.
Algunos no pueden o no te dan prioridad, pero se quedan ahí en retaguardia; puede que los vuelvas a ver en el año que viene; cuando vaya creciendo el sol, cada vez más, a partir de este día 21 de diciembre.
Los regalos, las visitas en sí mismas, son los detalles de amor hacia las personas que están en tu vida.
Los que recibes, su apreciación hacia tí.
Con más frío en el ambiente, tus salidas de casa para reunirte con gente es porque realmente tienes ganas de hacerlo. Para este tiempo ya sabes que no tienes que forzar nada, que todo se une y dispone de forma inteligente y natural para que todos los implicados estén y sean felices en sus tránsitos diarios.
Quedas con alguien y se chafa, pero en el camino has salido de casa, has encontrado el regalo perfecto para alguien, has visto a alguien que hacía tiempo que no veías, te ha dado el viento en la cara refrescándote y dándote nuevo aliento. La próxima vez que quedes con el que no has podido ver hoy, será mejor; con más tiempo, con mejor tiempo, pudiendo ver también a su retoño.
En el invierno la quietud te hace volver hacia atrás, para comprender la sabiduría que extrajiste de cada cosa que viviste. Las lecciones aprendidas, de lo bueno y de lo malo. Quizás hasta sepas por qué lo negativo entró en tu vida para vivirlo en positivo.
Por qué se fueron hojas, y cuantas flores disfrutaste.
Vuelves a tus raíces, esa familia que cada vez comprendes más y siempre sorprende, pero que sobre todo los quieres, porque te han dado a tí la oportunidad de vivir tu vida, y lo agradeces.
Agradeces los fallos, que te hacen verlos y sanarlos, agradeces las bondades que te hacen valorarlas y engrandecerlas.
En este tiempo de descanso observas la salvia que crece dentro de tí, tu esencia quien eres, hacia donde te diriges siendo tú. Qué te aparta de tu camino y que no, para enderezarte, buscando la luz del sol que cada vez va a ser mayor y estar más tiempo.
La luz eres tú.
A mi alrededor están pasando desencuentros con personas, cambios de planes, y también sorpresas inesperadas. Estas situaciones representan este momento de sintonía con la vida natural:
Caen las hojas que ya están marchitas y se van por sí solas.
Sale algún brote nuevo que todavía ni se ve, solo el nudo que el origen de lo que será.
Los árboles y plantas almacenan la energía para dentro, hacia las raíces.
Así te reunes con familia y recuerdas historias del pasado en las veladas añorantes y de rememoranza. Con canciones y abundancia de comida para llenar de alegría y optimismo los planes de lo que vendrá.
Con la comida que es el fruto del esfuerzo que has puesto en el año que se acaba; y con el que se llama a la abundancia del futuro.
Los árboles quedan nudosos y parecen limpios para empezar la renovación hacia primavera. Así revisas armarios y roperos para deshacerte de lo que no vale. Se limpian y purifican las casas para acoger a los que vendrán a celebrar las fiestas con nosotros.
Quedas con los que son importantes, con los que aprecias: la familia y la familia elegida: tus amigos.
Algunos no pueden o no te dan prioridad, pero se quedan ahí en retaguardia; puede que los vuelvas a ver en el año que viene; cuando vaya creciendo el sol, cada vez más, a partir de este día 21 de diciembre.
Los regalos, las visitas en sí mismas, son los detalles de amor hacia las personas que están en tu vida.
Los que recibes, su apreciación hacia tí.
Con más frío en el ambiente, tus salidas de casa para reunirte con gente es porque realmente tienes ganas de hacerlo. Para este tiempo ya sabes que no tienes que forzar nada, que todo se une y dispone de forma inteligente y natural para que todos los implicados estén y sean felices en sus tránsitos diarios.
Quedas con alguien y se chafa, pero en el camino has salido de casa, has encontrado el regalo perfecto para alguien, has visto a alguien que hacía tiempo que no veías, te ha dado el viento en la cara refrescándote y dándote nuevo aliento. La próxima vez que quedes con el que no has podido ver hoy, será mejor; con más tiempo, con mejor tiempo, pudiendo ver también a su retoño.
En el invierno la quietud te hace volver hacia atrás, para comprender la sabiduría que extrajiste de cada cosa que viviste. Las lecciones aprendidas, de lo bueno y de lo malo. Quizás hasta sepas por qué lo negativo entró en tu vida para vivirlo en positivo.
Por qué se fueron hojas, y cuantas flores disfrutaste.
Vuelves a tus raíces, esa familia que cada vez comprendes más y siempre sorprende, pero que sobre todo los quieres, porque te han dado a tí la oportunidad de vivir tu vida, y lo agradeces.
Agradeces los fallos, que te hacen verlos y sanarlos, agradeces las bondades que te hacen valorarlas y engrandecerlas.
En este tiempo de descanso observas la salvia que crece dentro de tí, tu esencia quien eres, hacia donde te diriges siendo tú. Qué te aparta de tu camino y que no, para enderezarte, buscando la luz del sol que cada vez va a ser mayor y estar más tiempo.
La luz eres tú.