Es su misión de enseñanza evolutiva.
Lo he encontrado muy bien escrito y resumido en el blog brahitma. Lo encara relacionándolo con la Kabala; así que es más místico.
Empieza desde el loco o espíritu que llega a la tierra, y vuelve a finalizar en él, como espíritu desencarnado y como final de ciclo, que empieza otra vez, algo nuevo.
Os lo dejo para que os haga pensar o recordar.
El Loco en su viaje -que simboliza al hombre profano desnudo en su estado de mayor inconsciencia - necesita recorrer diferentes esferas iniciáticas expresadas a través de acontecimientos, vivencias y pruebas que le proporcionarán la oportunidad de hacerse más conciente de sí mismo y fundirse con lo Divino.
El Loco convertido en Mago entra en contacto por primera vez con las herramientas que le permitirán expresar su creatividad y encontrar su Don o Dharma. De él depende el uso que haga de las mismas, por lo que una vez que ha pasado esta primera prueba se encuentra con la Sacerdotisa, la amada Sophia de los filósofos herméticos, también llamada Gnosis.
De ella aprende a mirar hacia su interior, recibir el conocimiento directo de los planos internos y a rescatar de su memoria arcaica el conocimiento oculto acumulado durante Aeones.
La Sacerdotisa se convierte en Emperatriz, trasformando sus imágenes internas y sabiduría en frutos palpables para el mundo material, manifestando la energía creativa.
El Emperador toma posesión de esta energía y la dota de una estructura funcional, estable y productiva. Él dicta las pautas y leyes para sentar las bases de lo ya creado.
De la extrema cristalización de la conciencia a través de la visión materialista de la vida, comienza una gradual búsqueda de sentido, una primera conexión conciente con La Divinidad, manifestada en el Hierofante o Sumo sacerdote. Es el Revelador exterior y guía moral de los Misterios Mayores en contraposición y complemento al conocimiento interno e intuitivo aportado por la Sacerdotisa.
A partir de los Enamorados surge la dualidad, la encrucijada, la elección que muestra dos caminos opuestos: la vía antigua estructurada por la visión de una vida segura, estable y la vía del corazón, que lleva al encuentro consigo mismo y a la búsqueda del verdadero destino.
Una vez tomada la decisión, con El Carro se actúa y se toman las riendas de la propia vida, el Héroe parte a sus aventuras cerrando un ciclo de vida con entusiasmo y renovadas ganas de vivir.
Después de haber llevado al Ego a su máxima expresión por la fuerza manifestada en el Carro, tiene lugar el encuentro con la Diosa Themis -La Justicia- que muestra al hombre la forma correcta de comportarse mediante la justicia Divina o ley kármica.
Es en este momento que aparece la figura del Ermitaño, expresando la interiorización a través de la soledad forzada, aislamiento y alejamiento del mundo como una oportunidad para encontrar sentido a las propias vivencias y aprender de la experiencia.
Con la Rueda de la Fortuna llega la toma de conciencia de lo efímero de la vida y de los ciclos de la experiencia humana con sus éxitos y fracasos, subidas y caídas.
La Fuerza muestra al hombre que doblega sus instintos primarios -naturaleza animal- con la fuerza de voluntad y la confrontación con el orgullo desmesurado -hybris- .
En el Colgado se da la muerte iniciática, definitiva del Ego inferior, enseñando la senda del sacrificio, el pensar en otros más que en sí mismo y entregar la vida por un ideal trascendente. Símbolo del sendero del discípulo, imagen de la crucifixión Crística, sacrificio y redención. Sumisión al destino y a la voluntad Divina.
Después de la crucifixión, La Muerte, el descenso a los Infiernos. Duelo necesario por la pérdida de la identidad antigua, ya definitivamente enterrada. Nacimiento Real del Iniciado, nacimiento a una nueva vida.
Con la Templanza encontramos la imagen del hombre convertido en un ser casi angélico, dotado de poderes sobrenaturales y armonizado con el destino impuesto por los Dioses planetarios, llamado por los Rosacruces Hermanos Mayores y auxiliares invisibles. Servidores de la luz.
La aparición súbita del Arcano XV, El Diablo, confronta al hombre sublimado en la imagen de la Templanza, con sus propios temores, debilidades, apegos y deseos, tentándolo a través del poder y la promesa de riquezas y juventud eterna. Si acepta se convierte en un ángel caído: imagen de Mephistófeles y el Dr. Fausto, el alquimista que vendió su alma por la formula del Oro Alquímico.
Ante la resistencia al cambio, y el materialismo grosero, el hombre construye muros de seguridad -La Torre- que se convierten en su propia prisión y el detenimiento de su progreso evolutivo. La liberación se manifiesta en las fuerzas destructivas de la naturaleza, la pérdida inevitable de todo cuanto se posee. Son las pruebas de la Fe, Dios y el Diablo compitiendo por el alma de Job.
Una vez que se han perdido las certezas que aportaba la seguridad de la Torre, aparece lo más vulnerable y auténtico del ser humano en la imagen de la Estrella. Esta mujer desnuda ante la vida se deja guiar por la creencia en algo superior a ella misma, es la representación de la esperanza, última en aparecer una vez abierta la caja de Pandora.
Entre las últimas pruebas de oscuridad se encuentra la confrontación con la Luna. Ya la decisión de transitar el camino según las propias creencias se ha consolidado, así llega la incomprensión de quienes no comparten la forma particular de concebir y afrontar la vida. En este momento surgen sentimientos de alejamiento, aislamiento, miedos, tristeza, soledad, así como crítica y envidia por parte de quienes no se atreven a seguir su propio camino. Hay que transitar a través de estos sentimientos oscuros para poder llegar al Sol, a la parte más conciente y lúcida de la psique.
El Arcano XIX, El Sol, es la expresión más pura de la propia individualidad y trascendencia espiritual, la plenitud del Ser, la fusión con el Yo Superior, la senda del corazón, el Opus Alchimicum, la Piedra Filosofal. El logro del Alquimista. La Iniciación Mayor.
El Juicio, Arcano XX, el sendero siguiente, muestra el Milagro de la Resurrección de Cristo y su ascenso a los cielos, al igual que la resurrección de los muertos en el día del Juicio Final, símbolo del renacer del Iniciado en Adepto, terminando así en el Arcano XXI, El Mundo, llamado también la Corona del Mago, este largo peregrinar del Loco, que ha logrado detener la Rueda del Samsara, liberándose y conquistando finalmente su Universo.
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